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[+VIDEO] En seminario de la AMTC llaman a crear normativa ambiental nacional por contaminación de los ríos

Las cuencas de los ríos de la Región de Atacama exhiben altos niveles de cobre, arsénico y mercurio, superando ampliamente umbrales de seguridad, según investigadores que expusieron en el seminario virtual “Impacto de los aluviones en la geoquímica de los ríos atacameños”.

El evento, que fue el último del ciclo de webinars “Aluviones en Atacama: aprendizajes de sus causas, impactos y proyecciones futuras”, fue organizado por el Advanced Mining Technology Center (AMTC) de la Universidad de Chile y la Universidad de Atacama, contando con presentaciones de Germán Aguilar, geólogo de la Universidad de Concepción, doctor en Ciencias de la Tierra en la Université de Toulouse (Francia) y de la Universidad Católica del Norte (Chile) e investigador del AMTC; Joseline Tapia, geóloga, doctora en ciencias mención Geología de la Universidad de Chile, e investigadora y académica del Departamento de Ciencias Geológicas de la Universidad Católica del Norte, y Juan Pablo Lacassie, geólogo, doctor en ciencias mención Geología de la Universidad de Chile y profesional a cargo del Programa de Cartografía Geoquímica del Plan Nacional de Geología del Sernageomin.

Los investigadores expusieron los resultados de diversos estudios acerca de los cambios que experimentaron los ríos de la región tras los aluviones de marzo de 2015 y mayo de 2017, en especial en lo relativo a su geoquímica y a la presencia de ciertos elementos en sus cuencas, como cobre, cadmio y arsénico.

Así, el Dr. Aguilar señaló que después de los aluviones las concentraciones de cobre, plomo y arsénico en el río Copiapó disminuyeron en los sectores con gran actividad minera (los sectores de Paipote y Tierra Amarilla), pero aumentaron aguas abajo, en especial en el sector de la ciudad de Copiapó y la desembocadura del río, lo que sugiere que dichos elementos fueron arrastrados por los flujos que las tormentas causaron.

Por su parte, la Dra. Tapia dio a conocer su estudio en el río Salado, impactado fuertemente por la actividad minera (como las minas Manto Verde, El Salvador y La Coipa; el tranque relaves de Pampa Austral, y la fundición de Potrerillos), que evidencia que tras el aluvión de 2015 aumentaron las concentraciones de cobre, arsénico, molibdeno, litio y antimonio en los sedimentos del sector de la desembocadura del río en la bahía de Chañaral. Ello también indica una removilización de tales elementos durante el aluvión.

Además, se observan anomalías geoquímicas en las proximidades de la fundición de Potrerillos (como marcados incrementos de cobre, cadmio, arsénico y antimonio, tanto en las aguas como en los sedimentos), lo que implica una influencia antrópica en la geoquímica del sector. La investigadora recalcó que es necesario que se sigan efectuando estudios científicos de esta naturaleza.

Geoquímica

El Dr. Lacassie expuso dos estudios: geoquímica de sedimentos en el río Salado antes y después del aluvión de 2015, y otro similar pero del río Copiapó, los cuales son concordantes con lo expuesto por el Dr. Aguilar y la Dra. Tapia.

En el caso del río salado, el investigador expuso que en sectores del río, antes del aluvión, se encontraban concentraciones de cobre del orden de 2.000 a 2.500 partes por millón (ppm), muy superior al máximo de 148 ppm que indica la norma PEC y que pueden afectar la biota local.

Tras el aluvión esas concentraciones bajaron pero de todas formas se mantuvieron sobre los 148 ppm. También se encontraron altas concentraciones de arsénico que disminuyeron tras el aluvión, pero igualmente manteniéndose sobre el límite de seguridad. Esto representa un riesgo para las comunidades cercanas al río, como por ejemplo la ciudad de Diego de Almagro.

En al caso del río Copiapó, la situación es similar: altas concentraciones de cobre y arsénico (y además mercurio) antes de episodios aluvionales que disminuyen drásticamente, pero aún por sobre niveles considerados seguros.

Nueva normativa

Tras sus presentaciones, los investigadores coincidieron en la necesidad de contar con una mejor normativa sobre contaminación de aguas y suelos, que además sea hecha en Chile para responder a la realidad local, distinta de las referencias que se usan en el extranjero.

Si usáramos la cifra que se usa en Canadá para zonas industriales en arsénico, habría muchas zonas en el norte de Chile que tendrían que ser deshabitadas”, expresó la Dra. Tapia. La académica añadió que lo ideal sería que dichas normas sean regionalizadas, diseñadas para las distintas realidades que pueden encontrarse a lo largo del país, punto en el que coincidió el Dr. Lacassie.